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El letrista de Blucer, presenta nuevo libro de poemas – Alas de cristal, Poemario

Alas de Cristal - Poemario , Adriana y Eduardo - recoratado_web

Alas de Cristal: Cuando los versos sanan las heridas del alma

En el silencio de la noche, cuando el mundo duerme y las máscaras caen, nace la verdadera poesía. Alas de Cristal no es un simple libro de poemas – es un refugio para almas cansadas, un espejo que devuelve imágenes crudas de nuestro interior. Adriana y Eduardo Garbayo han tejido con palabras lo que muchos callan por miedo o vergüenza.

El poemario comienza como un amanecer suave, con versos que acarician como brisa de primavera. Las imágenes de amor puro, de naturaleza viva y de libertad despreocupada nos envuelven en su calor. Pero pronto, casi sin darnos cuenta, la luz se va tornando sombra. Los poemas se vuelven más profundos, más personales, como si nos llevaran de la mano hacia las habitaciones cerradas del alma.

Adriana, con su mirada curtida por años de trabajo social, escribe con la sabiduría de quien ha visto demasiado. Sus versos sobre la mujer gitana, sobre el amor que duele y la soledad que pesa, resuenan con una verdad que estremece. No hay artificios en sus palabras – solo emociones desnudas, expuestas sin pudor.

Eduardo aporta su visión de ingeniero-poeta, transformando el caos emocional en estructuras perfectas. Sus poemas sobre el tiempo que escapa, sobre los segundos que se convierten en cenizas, tienen la precisión de un reloj suizo y el dolor de un corazón roto.

Lo extraordinario de esta obra es cómo logra convertir el sufrimiento en arte sin perder autenticidad. Cada página late con vida propia, cada verso parece escrito no con tinta, sino con lágrimas y risas verdaderas. Cuando leemos sobre las alas de cristal – frágiles pero hermosas, quebradizas pero capaces de volar – entendemos que hablan de todos nosotros.

Este no es un libro para leer de prisa. Es una experiencia para saborear en voz baja, en esos momentos en que necesitamos recordar que no estamos solos en nuestras batallas. Porque al final, tras recorrer sus páginas, queda una extraña sensación de paz. Como si al compartir tanto dolor y tanta belleza, nuestras propias heridas empezaran, solo empezaran, a sanar.

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